ALEX ROSS
La primera vez que vi el arte de Alex Ross, fue en un sketchbook de la serie Earth X (Tierra X) que venía incluido en la revista Wizard. Yo recién volvía a los comics después de no coleccionarlos desde mi niñez cuando Spider-Man peleaba con un villano con un afro llamado El Hipnotizador en un lugar llamado Disco Infierno. Lo que más me impresionó de dicho libro de bocetos no fueron solo las descripciones del “futuro alterno” de los superhéroes las que me demostraban cuanto los comics habían madurado sino la forma en la cual el artista lograba tal nivel de detalle en los personajes usando su lápiz. Desde los hilos en la cuerda que amarraba una sucia y vieja bandera al cuerpo del Capitán América como lo brillante del traje de Daredevil, todo logrado tan sólo con un simple lápiz.
Desde ese momento me quedé fascinado por este arte hiper-realista, así que decidí coleccionar Earth X y aprendí mucho del universo Marvel, pero no podía creer lo increíbles que eran las portadas y todas se juntaban en una gigantesca imagen que solo podía salir de la mente de un genio que hacía magia ya no solo con un lápiz sino con un pincel y acuarelas. Ahí nació mi colección y entonces decidí buscar más arte de Alex Ross.
Así me encontré con Marvels, el alfa del omega que era Earth X y vi la historia del mundo Marvel Comics desarrollarse ante mis ojos desde las llamas de la antorcha humana que parecían quemar desde la página hasta verme reflejado en el cuerpo cromado del Silver Surfer y llorar junto al personaje principal, Phil Sheldon por la trágica muerte de la tan hermosa Gwen Stacy. Ahí fue donde Alex Ross y el escritor Kurt Busiek me mostraron la vertiginosa forma como los comics maduraron y perdieron su inocencia.
Pero nada me preparó para el asalto visual que sería Kingdom Come, y como a través del personaje del Rev. McCay veíamos pasar un futuro violento en el cual los “héroes” no se preocupa por salvar vidas, mostrando cómo estos así como los mismos los comics habían perdido sus valores y sus lecciones de heroísmo. Dentro de este panorama Alex junto al escritor Mark Waid, regresan a Superman a su origen, un héroe con valores dignos de respetar y de enseñar a otros, y a su estatus quo de el primero y más importante héroes del mundo. Difícil es contener las lágrimas cuando al final, Superman se vuelve a poner sus lentes y regresa a ser Clark, demostrando así un tema recurrente en las historias de Alex Ross, el regreso a la inocencia de los comics de antaño. Esta imagen sería repetida luego al final de Justice
Entre otros trabajos Alex contribuyó una historia de muy tétrica de Terminator y otras muy tiernas en Astro City. Pero sus libros gigantes que conmemoran los aniversarios de Superman, Batman, Wonder Woman y Shazam son particularmente hechos con el corazón. Superman trata de librar al mundo del hambre para darse cuenta que el problema está en lo mezquino de la naturaleza humana, la inherente niñez de Shazam lo hace ayudar a jovencitos muy necesitados y la falta de cercanía con la humanidad de Wonder Woman la llevan a cambiar su estrategia y por supuesto mi favorita, la de Batman que ve su vida reflejada en el caso de un niño cuyos padres mueren de manera similar a los de él, hasta descubrir la verdadera raíz del crimen y la desesperanza.
Posteriores libros gigantes de la Liga de La Justicia tales como Secret Files y Liberty & Justice serían solo un aperitivo para la gigantesca historia que se contaría en la serie simplemente denominada Justice, una historia en la que los malos, aparentemente se vuelven buenos y los buenos quedan como inútiles ante la humanidad. Esta serie nos trae recuerdos de aquella serie animada de Los Súper Amigos pero hecha de manera seria y “adulta”.
Los cómics eran un juego de niños que ahora creció con nosotros, y me gusta pensar que aquellos que crecimos con ellos no solo conservamos nuestra inocencia y nuestros heroicos valores sino también que los llevamos siempre muy en alto y que nos gusta mostrarlos al mundo, tal y como lo hace Alex Ross en sus obras. Esa es la magia que se puede lograr con tan solo un lápiz o un pincel.
Andrés Ávila
The Alex Ross Collector