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  JOKER II
 

HABÍA UNA VEZ DOS TIPOS EN UN MANICOMIO...

EL JOKER post-Crisis (1986-actualidad)


Por Jorge González Román
 

En 1986, el universo DC parte de cero después de la famosa saga Crisis en Tierras Infinitas. Es una nueva oportunidad para relanzar a los personajes desde una perspectiva fresca y actual, en la que quedarse solo con aquello que demostró funcionar en el pasado, eliminando el innecesario lastre de casi 50 años precedentes de continuidad. En el caso del personaje de Joker, ha habido ya varias versiones que han conseguido dejar bien delimitadas las características que hacen del personaje el icono que es, estableciendo la línea a seguir para engrandecer la leyenda en el futuro.

Finger, Englehart y Miller. Con el paso de los años, infinidad de autores realizaron multitud de aportaciones, acertadas o no, pero quizá sean estos tres los guionistas que mejor han dejado establecidas las bases del concepto. Un fantasma bromista y sonriente, representante del caos y la locura, con un sentido del humor sádico y cruel que busca la diversión desenfrenada a través del caos y la perversión. El perfecto contrapunto a un Batman que intenta por todos los medios dar algún sentido a un mundo que para él ya lo perdió hace mucho tiempo, como de vez en cuando se encarga de recordarle Joker. Es el archienemigo por antonomasia que necesita de su némesis para lograr un desafío a su altura, que le permita expandir su excéntrica creatividad hasta nuevos límites insospechados.


 
Con las bases de este genial concepto tan bien delimitadas, el por muchos considerado como mejor guionista de comics de la historia, Alan Moore, se lanza a escribir en 1988 la obra maestra definitiva sobre el personaje: La Broma Asesina. Se trata de una de las mejores historias de Batman, la mejor en opinión de quien esto escribe; además de constituir un momento cumbre en el mundo del comic de superhéroes. A pesar de haber sido en ocasiones denostada por el propio Moore, siempre polémico y extravagante, la historia contiene una de las mejores reflexiones, si no la mejor, sobre qué se esconde detrás del fascinante binomio Batman-Joker. En una muestra de un poco habitual relativismo moral en el mundo de los superhéroes, el Joker pretende demostrar cómo su locura y maldad son producto de las circunstancias de un mundo cruel y sin sentido, en el que cualquiera puede enloquecer y corromperse si se le fuerza lo suficiente, si su mundo se vuelve del revés. Con ese fin, el malvado secuestra al comisario Gordon y le hace sufrir lo indecible, introduciéndole en un mundo de asfixiante locura en el que, entre otras cosas, le muestra cómo ha dejado parapléjica a su hija Barbara. Es así como Joker implora la comprensión de Batman, con un hecho tan cruel y extremista, de la única manera que podría hacerlo una encarnación del Mal en estado puro. El villano le intenta mostrar cómo ambos son dos caras de una misma moneda, dos respuestas desesperadas a un mundo hostil. 


 
La desquiciada mente del Joker fabrica un pasado que justifica su posterior abandono total a la más desbordada locura, unas circunstancias especialmente crueles y desgarradoras que conducen a un trágico e inevitable desenlace. Supuestamente, empezó siendo un fallido comediante que, por azares del destino, se vio obligado a actuar como el criminal Capucha Roja. Un cúmulo de mala suerte destruyó su vida familiar, siéndole otorgado poco después su nuevo y estremecedor aspecto como Joker, tras caer accidentalmente en una cuba de residuos químicos tóxicos. La sutileza del guión deja entrever que el relato de su origen es el producto de sus delirios, que probablemente no sea cierto y constituya solamente una excusa para apoyar los planteamientos que el villano desea exponer a Batman. Algunos aficionados no han sabido verlo así, de manera que critican a Moore por establecer un origen definido para el Joker, cuando uno de los hechos que han de caracterizarlo es precisamente el de carecer de un origen, convirtiéndose así en el representante de la maldad y el caos sin sentido alguno.


 
También se suele criticar el hecho de que el comisario Gordon consiga no sucumbir a sus desgracias, en lo que a primera vista podría parecer un recurso de lo más tópico, mostrando cómo la voluntad de superación puede marcar la diferencia, con la típica moraleja de muchas historias norteamericanas. Sin embargo, se ha de saber ver más allá, pues es el inesperado y muy sorprendente final el que recoge todo lo acertado y único de la genial visión de Moore. Así, un irreconocible y sorprendente Señor de la Noche no encuentra más opción que estallar en carcajadas tras oír el chiste que le cuenta su enemigo. Un chiste que constituye una aguda metáfora que deja al descubierto una realidad ante la que Batman no puede por menos que reirse de sí mismo y de lo absurdo de la situación, una situación que condena a ambos a permanecer enfrentados en un desesperante bucle sin fin. El Caballero Oscuro descubre que ha estado tan obsesionado por atajar el mal que provoca su enemigo que no se ha dado cuenta de algo obvio y fundamental: ambos padecen de la misma locura que les hace embutirse en trajes ridículos y luchar una y otra vez sin que ninguno de los dos consiga un resultado claro. Dos mentes frágiles y perdidas, que no encuentran otra manera de reaccionar ante el  dolor que vestirse con un uniforme de colores y salir por la noche a jugar a ser los representantes del Bien o el Mal. Los dos constituyen respuestas sorprendentemente parejas a la crueldad y el sinsentido de un mundo sin esperanza. Un mundo capaz de producir monstruos como ellos.

Es de destacar también el impactante dibujo de estilo realista con el que el genial artista Brian Bolland ambienta la historia. Sus ilustraciones relejan constantemente la frialdad y desesperanza que inspira este relato, de una crudeza descarnada y sin concesiones que consigue verse reflejada también en su aspecto gráfico. Con respecto al coloreado, Bolland ha realizado recientemente una nueva versión usando tonos más fríos y oscuros que sustituyan a los colores más cálidos empleados por el colorista original, John Higgins. Sin embargo, ninguna de las dos versiones desmerece en nada el resultado final y ambas pueden disfrutarse de igual manera.


 
Así, con la magistral Broma Asesina en mente y con la nueva oportunidad concedida con la saga Crisis, era cuestión de tiempo que algún autor se planteara la realización de una revisión del origen y primeras andanzas del Joker, adecuándolos a la nueva continuidad. Es necesario esperar hasta 1993 para que Dennis O´Neil se anime a relatar estos hechos en Legends of the Dark Knight #50. El en ese momento editor de los títulos de Batman comete el error de dar por sentado el pasado del Joker como Capucha Roja, con alusiones al respecto del propio Batman. En el relato, descubrimos cómo al principio Joker es objeto de burla entre el resto de mafiosos y somos testigos de la manera en que va consiguiendo sus pociones venenosas gracias a un peculiar secuaz experto en química. Diez años después, el genial guionista Ed Brubaker retoma la sutilidad de La Broma Asesina en el especial El Hombre que Ríe, nueva versión del origen en que se plantea que el pasado de Joker como Capucha Roja no tiene por qué ser cierto, y que probablemente no lo sea. Recientemente, tras los acontecimientos de la nueva Crisis Infinita, ha aparecido una nueva versión de los hechos en la serie Batman Confidential. La historia, absolutamente tópica y falta de interés, establece un origen totalmente definido para el personaje, perdiendo el atractivo que distingue a Joker de los demás villanos y lo convierte en un icono único.

También podremos ver al Joker de los primeros años de continuidad en las series El Largo Halloween y Dark Victory, en las que Jeph Loeb y Tim Sale nos presentan un Joker muy correctamente retratado, pero que pierde relevancia a favor del gran villano de la historia, Dos Caras.

Siguiendo la continuidad de los comics, Joker escapa de Arkham una vez más después de haber sido encerrado tras los hechos de La Broma Asesina. Esta vez, su afán de perversa diversión se centrará en una delirante relación con el gobierno ultrarreligioso iraní para conseguir armas nucleares de imprevisible uso. Estos acontecimientos forman parte de la histórica saga Una Muerte en la Familia, en la que el enfrentamiento entre el Caballero Oscuro y el Príncipe Payaso del Crimen irá un paso más allá cuando este último asesine a Jason Todd, el segundo Robin. En un desenlace algo estúpido y surrealista, sólo la delirante inmunidad diplomática del Joker como embajador de Irán evitará que el Caballero Oscuro descargue toda su ira sobre el villano, que acabará gravemente herido tras un enfrentamiento en un helicóptero. Por enésima vez, es dado por muerto al no existir escapatoria posible al accidente. Pero no será esta la primera ocasión en que el malvado consiga burlar la muerte.

En esta ocasión, le será  algo más difícil salir indemne, de manera que, en su siguiente aparición, nos lo encontramos desahuciado e indefenso, lamiéndose las heridas en un escondrijo de mala muerte. El villano, desesperado, se ve obligado a contemplar cómo un impostor suplanta su identidad, hiriendo gravemente su orgullo y pervirtiendo su auténtico humor negro con bromas criminales zafias y de mal gusto. Se trata de la historia El Regreso del Joker, narrada por Jim Starlin y dibujada por Jim Aparo, el mismo equipo creativo de Una Muerte en la Familia que vuelve a reunirse ahora en Batman #450-451. En este nuevo relato, el ambicioso millonario Curtis Base emplea el disfraz del Joker para conseguir sus objetivos, mientras Batman y Gordon ven resurgir el fantasma de sus pérdidas personales con la “reaparición” del villano que las causó. Será necesario el apoyo mutuo entre los dos amigos para no ceder a la peligrosa tentación que ambos experimentan: la de poner punto final a la existencia del malvado cuyos actos les han ocasionado tan atroces sufrimientos. Al final de la historia, Curtis Base acaba consumido por los mismos ácidos que supuestamente dieron origen al auténtico Joker, en un intento por convertirse definitivamente en el nuevo Príncipe Payaso del Crimen. Este hecho da pie a pensar, una vez más, que es posible que la historia de su origen que el villano relata en La Broma Asesina no sea cierta.


 
En 1992, el por entonces nuevo Robin Tim Drake va a protagonizar una segunda miniserie en solitario, realizada por Chuck Dixon y Tom Lyle y someramente titulada Robin II. El desafío que afrontará en esta ocasión lleva el rostro del Joker, quien monta en cólera al descubrir que Robin, a quien supuestamente había asesinado, vuelve a estar en la ciudad. La sorprendente victoria del joven superhéroe contribuirá decisivamente a disipar los miedos de Batman, quien temía que su nuevo ayudante pudiera sufrir el mismo destino del anterior.

La siguiente ocasión en que el Joker escape de Arkham no lo hará por su propia mano, sino gracias a las acciones del genio criminal Bane, que hace explotar el manicomio para liberar a todos sus internos y acabar así con las fuerzas y la moral de un Batman ya agotado. Es 1993 y ha estallado la primera gran macrosaga del universo batmaniano: Knightfall. En esta grave crisis, es obvio que el Príncipe Payaso del Crimen supondrá uno de los mayores quebraderos de cabeza para el Señor de la Noche, que va a enfrentarse a él en peor estado que nunca, tras haber tenido que capturar a toda una legión de criminales psicóticos de Arkham. Esta vez, el Joker forma equipo con el Espantapájaros para llevar a la ciudad una auténtica orgía del caos. Los dos maníacos secuestran al por entonces alcalde de Gotham Armand Krol, al que instan a enviar órdenes erróneas a los equipos de seguridad, creando así el caldo de cultivo para un total descontrol en la ciudad, lo que supone una nueva oportunidad de loca y desenfrenada diversión para el Joker. Un abatido Batman conseguirá salvar la situación no sin grandes dificultades, con un rescate in extremis del alcalde Krol.

Joker seguirá suelto por las calles de Gotham hasta que su desquiciada psique le lleve a idear una nueva locura que suponga un renovado desafío para su alborotado ego criminal. El villano se propone ahora convertirse en ni más ni menos que director de cine y rodar un film que pretende basar en hechos reales: La muerte de Batman. Lo que el maníaco desconoce es la identidad del hombre que se oculta bajo la nueva armadura metálica del Señor de la Noche. Nos encontramos inmersos en la saga Knightquest-La Cruzada y es Jean Paul Valley quien carga con el manto del Murciélago. Este nuevo Batman no guarda los miramientos del anterior, así que propinará al Joker tal paliza que lo dejará al borde del coma. O eso puede parecer en un principio, porque el siempre escurridizo criminal conseguirá escapar de la ambulancia que acude a recogerle.


 
Libre otra vez, no tardará  en dar problemas a un Bruce Wayne ya recuperado en la historia El Rey de la Comedia, en la serie Shadow of the Bat #37-38 (1995), con Alan Grant al guión y Barry Kitson a los lápices. En este relato, se comete de nuevo el error de tomar al pie de la letra el pasado de Joker como Capucha Roja, revelando nuevos detalles sobre sus fracasos como comediante. El criminal pretende ahora vengarse de quienes destrozaron su supuesto pasado, secuestrando a los miembros de un jurado de cómicos que se burló de su actuación. Pero el Payaso del Crimen no cuenta con la intervención de As, un nuevo vigilante de métodos extremistas que vio a su familia masacrada por la salvaje intervención de la banda del Joker. El maníaco queda de nuevo al borde de la muerte aunque, como en el caso de Valley, conseguirá burlar su destino y escapar libre.

Habrá que esperar a 1997 para ver de nuevo al Joker en las series regulares de Batman. El peculiar dibujante Kelley Jones no va a dejar escapar la oportunidad de someter al personaje a su personalísima visión artística, que ha hecho de su Señor de la Noche uno de los más aterradores del comic, enmarcando sus aventuras en un universo de estilo gótico muy acorde a sus historias. En esta ocasión, el Joker se verá envuelto en un estremecedor relato de magia y hechicería con Jason Blood-Demon de por medio; al final del cual será encerrado de nuevo en Arkham.

Y como todos sabemos que el destino de Batman es el sufrimiento, en 1998 sobreviene una desgracia cuya gravedad rivaliza con la de todas las precedentes: un terremoto asola Gotham en la saga Cataclismo. En principio, Arkham Asylum permanece en pie y, en un magistral relato de Chuck Dixon (Encargo sin sentido, de Detective Comics #726) Batman visita a Joker en su celda para exigirle información sobre un caso, en una historia que supone una excusa para realizar un excelente ejercicio de profundización en la intrincada relación entre los dos personajes. Poco después, y antes de que Gotham sea declarada Tierra de Nadie, la enfermiza locura del Joker le llevará a planear una delirante estratagema para, junto al resto de internos, tomar el control de Arkham Asylum y escapar libres a una Gotham City dejada de la mano de Dios.


 
Dentro de la saga Tierra de Nadie, va a producirse un acontecimiento largamente esperado en el mundo del comic: la introducción de Harley Quinn, la desquiciada ¿novia? del Joker, en la continuidad regular de Batman. En el especial Batman: Harley Quinn, la excéntrica ex-psiquiatra mostrará su retorcido amor hacia un reticente Joker en una estrafalaria y divertida historia de la mano del genial Paul Dini. La presencia de Harley Quinn supone ahora un inesperado aliciente para la expresión de una desbordada alegría perversa por parte del Príncipe Payaso del Crimen, que, ahora más que nunca, buscará la diversión y el desenfreno por encima de cualquier otra cosa. En su primera gran asonada en Tierra de Nadie, se postulará como candidato a la alcaldía de Gotham, incluyendo una maliciosamente divertida campaña electoral. Poco después, intentará meter baza en los asuntos de Lex Luthor, que enviará contra él a su nuevo guardaespaldas, Bane, que le infringirá una humillante derrota con una brutal paliza que le obliga a huir.

Pero el mismísimo Príncipe Payaso del Crimen no podía acabar esta gran macrosaga como un villano desahuciado y olvidado. Es así como en el acto final se desencadena toda su crueldad para llevar al límite a Batman y sus aliados. El genial guionista Greg Rucka narrará el trágico y salvaje asesinato de la heroica policía Sarah Essen, mujer de Jim Gordon. Al final del relato, el Comisario podrá verse cara a cara con el demente que supone la encarnación de todos sus sufrimientos, y Batman no encuentra fuerzas para detenerle cuando el policía alza su arma contra el criminal. Al final, Gordon se conformará con un disparo a la rodilla del Joker, dejando tras de sí al dolorido maníaco envuelto en inesperadas carcajadas, abandonado a una enfermiza locura de la que está claro que jamás podrá salir.

Y entramos así en el siglo XXI, una época en la que, desgraciadamente, Joker no va a ser especialmente bien tratado en el mundo del comic. Los diversos autores que lo empleen no querrán o no sabrán aprovechar el excelente bagaje previo que ha acumulado el personaje en muchas estupendas historias precedentes. En 2001, Chuck Dixon idea la saga The Last Laugh, en la que Joker descubre que padece de cáncer terminal y organiza una despedida a lo grande, dedicándose a “jokerizar” a algunos de los más grandes villanos del universo DC. El habitualmente notable Chuck Dixon muestra aquí su lado más desafortunado, creando una historia estúpida y superflua llena de tópicos e inconsistencias, con muy escasa relevancia en el devenir futuro de los comics del Caballero Oscuro.

En 2003, se publica la comercialmente muy exitosa saga de Jeph Loeb y Jim Lee, Silencio. Joker aparece tratado de forma muy tópica y superficial, debido a la pretensión de losautores de incluir a la fuerza a todos los villanos de Batman, aunque tengan que aparecer insertos en situaciones en las que no encajan demasiado. Poco después, A.J.Lieberman guionizará el arco El Regreso de Silencio, en los números 50-55 de la serie Gotham Knights. Se nos mostrará aquí a un Joker irreconocible y constantemente fuera de personaje, con una extraña actitud seria y contenida típica de cualquier capo barato de la mafia. El villano experimenta inconcebibles sentimientos de añoranza hacia su supuesta mujer Jeannie, que aparecía dentro del relato de su origen en La Broma Asesina. Así, se cae una vez más en el error de asumir como totalmente cierto su pasado como Capucha Roja, llegando en esta ocasión al nivel del ridículo al descubrirse que Enigma presenció parte de los hechos y guarda ahora cierta información de interés para el Joker.

Así pues, el personaje no volverá a ser tratado con dignidad hasta que el genial guionista Paul Dini lo haga brillar de nuevo en Detective Comics #825. Se trata sólo de un único número autoconclusivo, pero en él volvemos a ver al Joker en todo su esplendor, con un sadismo y crueldad desmedidos y buscando ante todo la diversión a través del mal ajeno, poniendo en graves aprietos a Robin-Tim Drake en esta ocasión.


 
La última novedad destacada sobre el personaje ha sido la publicación de una interesante novela gráfica dedicada por entero a él, titulada simplemente Joker. El guionista Brian Azzarello presenta un entorno muy realista, con todos los personajes adaptados a la actitud y el aspecto que tendrían en una hipotética “vida real”. El dibujante, Lee Bermejo, se convierte en el precursor del exitoso nuevo look del Joker, que incluye una sonrisa forjada a base de cicatrices faciales, la cual será usada en la posterior obra maestra cinematográfica que es The Dark Knight.

No cabe duda de que Joker, que ya era el más famoso villano del mundo del comic, se ha confirmado por derecho propio en el puesto, convirtiéndose en un icono tan reconocible como el propio Batman. Como favorito de muchos autores, puede percibirse el especial esmero que generalmente se dedica a cada una de sus apariciones en el comic, y es que la intrincada complejidad psicológica de este personaje puede resultar tan fascinante como la del propio Batman. A lo largo de su dilatada existencia en el mundo del comic, la historia del Joker puede considerarse casi como la historia de Batman, pues su archienemigo casi siempre está presente en cualquier acontecimiento vital en la vida del Caballero Oscuro. Siempre que algo importante le ocurra al Señor de la Noche, Joker estará ahí, provocando la incómoda pero inevitable sonrisa del lector en los momentos más inoportunos.
 


 
   
 

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